Corría la década de los 80 y la guerra entre los detergentes en el
mercado peruano era feroz. Por el lado de P&G estaban Ace y Ariel y por
Indesa-La Fabril: Ña Pancha, que competía con Ace, y Drive, con Ariel. Los
primeros competían en la categoría de detergentes comunes, que requerían un
esfuerzo extra para el lavado, ya que había que refregar la ropa; generalmente
se lavaba en batea y su promesa de valor era la mejor o mayor
"blancura". Ariel y Drive competían en la categoría de detergentes
enzimáticos, con una fórmula más avanzada con enzimas que les permitía
"remover" las manchas de tipo orgánico desde el remojo, para luego,
con menor esfuerzo, al refregar el ama de casa podía eliminar las manchas más
difíciles. La promesa de valor para ambas marcas era "elimina las manchas
difíciles". Explicar esto a este segmento de amas de casa no era tarea
fácil.Ariel lo hacía a través de una plataforma creativa cómica desarrollada y
lanzada inicialmente en México, y luego, utilizando a Carlos Oneto
"Pantuflas", fue lanzada en el Perú a través de una frase
publicitaria muy recordada que decía: "Sin Ariel, no hay chaca chaca",
mientras se veía el movimiento de la espuma del detergente en una batea,
aludiendo que la marca trabajaba sola mientras se remojaba la ropa. Drive
utilizaba los "pacman" de los juegos Arcade, para representar a las
enzimas que se comían las manchas. Así, ambas marcas hacían alusión a las
enzimas y a la facilidad que ofrecían para el trabajo del lavado desde el
remojo. Mientras Ariel obtenía la mayor porción del mercado en la categoría,
Drive intentaba contrarrestarlo, y "mostrando la evidencia" de que él
sí trabajaba solo desde el remojo. Para ello, incorporó a su fórmula
ingredientes que permitiesen observar movimiento en cuanto se echara el
detergente a la batea, tal como hacen efervescencia los antiácidos. Como jefe
de Comercialización de la línea de detergentes en La Fabril hicimos la prueba
de evaluación del concepto, con más de 600 hogares en Lima, obteniendo un
altísimo porcentaje de aceptación. Luego, comprometimos al ama de casa a
"probar el producto", en bolsas transparentes sin marca, para que esta
no influyera en los resultados, para verificar si el producto cumplía con el
concepto y la promesa ofrecida. Una semana más tarde, tomamos las opiniones
respecto al producto y nuestra sorpresa fue que un gran porcentaje de amas de
casa, no habían probado el producto, porque cuando vieron que empezaba a
moverse el agua en la batea, tuvieron temor de meter las manos y menos la
ropa.Fue así que se decidió abortar el proyecto y salvar a la marca de un
fracaso rotundo, aprendiendo que, nunca es suficiente lanzar un concepto solo
probando el mismo, es necesario hacer todo lo posible por hacer la prueba de
producto.
REDACCIÓN
GESTIÓN / 18.07.2012 - 01:06 AM
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